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La metáfora de una antropóloga

  • Foto del escritor: MARIANA  MARTINEZ OCHOA
    MARIANA MARTINEZ OCHOA
  • 4 abr 2019
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 10 may 2019

Por: Stheissy Carolina Ángel

Mayo 02, 2019


Natalia Quiceno es una Antropóloga de la Universidad de Antioquia, el trabajo con el cual adquirió su diploma de pregrado fue llamado la Metáfora de un país: barrio Nelson Mandela, entre el desplazamiento y la pobreza. A partir de sus vivencias y vínculos académicos realizó una maestría en Ciencia Política en donde se interesó por el tema de Prácticas Políticas, Identidad y Ciudadanía en contextos de Migración. Su Doctorado lo hizo en la Universidad Federal de Río de Janeiro y fue en Antropología social en donde exploró el Vivir Sabroso, Poéticas de la lucha y el movimiento afroatrateño, en Bojayá, Chocó, Colombia. Actualmente, es profesora e investigadora del Instituto de Estudio Regionales Iner.


Natalia Quiceno Toro. Antropóloga social. Foto cortesía: Natalia Quiceno

Soy Natalia Quiceno, una persona inquieta desde niña. Soy del Eje Cafetero, mi familia vive en un municipio llamado Dosquebradas, en Risaralda. Crecí ahí, en una familia muy sencilla y humilde. Mi mamá toda la vida fue profesora de escuela, de colegio y es licenciada en Ciencias Sociales. En mi casa por ella, por una tía, por mi papá que siempre ha sido un hombre autodidacta que le gusta aprender solo, tenía muchos libros de historia, de fotografía y esa cercanía con dos papás que siempre estaban ahí y que no eran ni científicos ni intelectuales, pero si eran personas inquietas interesadas por la literatura, por el arte, por la música y es que eso era como un ritual, por ejemplo mi papá cada ocho días compraba un LP diferente, y entonces era como que toda la semana era una nueva canción, un nuevo trabajo, descubrir todo eso, entonces bueno crecí en ese ambiente.


También un recuerdo que tengo de mi infancia de algo que definió luego como mi carrera o mi trayectoria fue todo el tema de la vida en familia y la sociabilidad era con la comida; cocinar y comer juntos, invitar amigos, vecinos, parientes a comer era muy importante y sigue siendo muy importante. Entonces como estudiante quise estudiar cosas que tuvieran que ver con la alimentación.


Después de graduarme del colegio, empecé a estudiar ingeniería de alimentos, en la Universidad de Caldas. Pero rápidamente me di cuenta que no era lo mío sobretodo porque pensaba que era una carrera que tenía que ver con el servicio de la industria, con investigación, porque yo decía que chevere crear nuevas cosas relacionadas con los alimentos investigar sobre eso. La verdad, no sé de dónde saqué la conexión con la investigación pero como que me interesaba. Entonces ahí fue que decidí renunciar a esa carrera y volver a mi casa en Dosquebradas y en conversaciones con la familia, decido que lo mios es por las humanidades, por las ciencias humanas y me presentó a Antropologia aquí en la Universidad de Antioquia.


Este es otro momento, que da un giro total a todo, sin saber muy bien qué era la Antropología llegó a estudiar esa carrera, un poco pensando es un carrera que me va a permitir acercarme a las humanidades y a las ciencias sociales, porque no quería estudiar licenciatura en ciencias sociales que era lo mismo que había estudiado mi mamá.


“Un maestro me enseñó que la Antropología que es una disciplina tan rica y tan abierta a muchas cosas, siempre tenía que estar en diálogo con otras disciplinas”


En Antropología empiezo a descubrir un mundo que para mí era desconocido y me enamoré de la carrera. En el 1998 año en que entré a la UdeA veíamos de todos los campos, algo que ahora ya está más fragmentado. Veíamos materias de arqueología, de antropologia biológica y de antropología social, y ahí creo que un encuentro muy importante también para generar ese interés por la investigación y por la Antropología social fue con el profesor Robert Dolbel y con el profesor Ramiro Delgado, ellos fueron dos maestros muy importantes en la carrera porque el uno me enseño que la Antropología que era una disciplina tan rica y tan abierta a muchas cosas y siempre tenía que estar en diálogo con otras disciplinas, entonces Robert era una persona que siempre te enseñaba de Sociología, política… y con él fui creando ese vínculo con la ciencia política y ponerla a dialogar con la Antropología.


Y por su parte, el profe Ramiro Delgado fue de esos maestros que te enseñan no solo con discurso sino como educando en los sentidos, el ha dado un curso que es de etnografía y bueno, desde ahí yo me enamoré de la etnografía como una posibilidad de encontrarse con la gente desde otras perspectivas, desde un interés de conocer los sentidos que otros construyen de sus mundos, de sus vidas.


Y es que eso no solamente lo puedes encontrar hablando con la gente sino experimentando, compartiendo, haciendo, conviviendo, en un encuentro mucho más profundo y para eso tienes que educar los sentidos en general y eso fue el profe Ramiro fue ese maestro que ayudó como a sensibilizarte en otros modos de conocer.

Como que la Ciencia Antropológica y la etnografía como un método muy importante y que esa ciencia no se encontraba solo en los libros sino también en el campo, en la gente, y como untándose de esa vida cotidiana.


“La ciencia no surge en un monólogo o en la soledad de un científico en una laboratorio, es una interacción de muchas cosas”

Por cosas de azar y algo que tiene que ver con algo que estamos conmemorando ahora que es muy triste, y que son los 20 años del asesinato del profesor Hernán Henao que fue en el 1999 año en el que yo estaba en el segundo semestre de Antropología y recuerdo que a la profesora ElzaBler, socióloga e investigadora del Instituto de Estudios Regionales INER, le habían aprobado un proyecto que era sobre la muerte violenta y como las tramas culturales de esas muertes aquí en Medellín. Yo no sabía quién era la profesora pero sale una convocatoria el Iner estaba en un duelo por el asesinato del profesor Hernán, director del instituto y quien fue asesinado en su oficina por dos personas que ingresaron encapuchados.


Entonces sale la oportunidad de trabajar ahí con el proyecto de la profesora y fue como decir, bueno el tema de violencia no era un tema que me llamara mucho la atención, pero si me llamaba la atención entrar a un instituto de investigación y aprender a investigar. Entonces me vinculé a ese proyecto y desde ese día nunca más salí del INER que se convirtió en una escuela sobre la interdisciplinariedad, lo que es producir conocimiento y hacer ciencia en diálogo con la sociedad, con la gente y con los territorios.

La profesora ElzaBler fue la creadora del grupo de investigación Cultura Violencia y Territorio el cual actualmente es dirigido en el Instituto de Estudios Regionales por Natalia Quiceno


“La ciencia no surge en un monólogo o en la soledad de un científico en una laboratorio, es una interacción de muchas cosas”


Para mí podríamos pensar en la ciencia como un universo, una práctica que está interesada en producir nuevo conocimiento, que tiene muchos campos y muchas posibilidades y ese conocimiento nunca surge de la nada, no surge como en el monólogo o de la soledad de un científico en un laboratorio, siempre surge en la interacción de muchas cosas, en unos casos pueden ser células, reactores.

En otros casos pueden ser personas, pueden ser lugares, pueden ser animales. Y pues en las ciencias sociales, especialmente en la Antropología esa producción de nuevo conocimiento siempre parte del encuentro y el diálogo de las personas reconociendo que no se puede producir ese conocimiento en solitario y que las personas con las que interactuamos producen también conocimiento, y es en ese diálogo de diversos conocimientos en donde podemos hacer ciencia social, una ciencia social crítica.


Yo pienso que hay un problema en el mundo científico y académico y es que lo van a uno rotulando en ciertos campos y casi que en la misma dinámica de la producción de conocimiento te van como cazando con esos universos, pero yo todo el tiempo le sigo haciendo ojitos a lo otro, a poder conectar mis intereses en la culinaria, la gastronomía, la comida con las cosas que estudio. Sigo interesada en poder conectar diferentes lados de la ciencia.


“Podemos incentivar la participación de las mujeres en estos espacios científicos e investigación con un trabajo desde la infancia”


Hacer ciencia e investigación inevitablemente es una producción de conocimiento de algún lugar y desde algún lugar incluye nuestros cuerpos, entonces ser mujer es de alguna manera una forma de situar esa producción de conocimiento e incide no siempre de manera negativa como en términos de discriminación o en falta de oportunidades, pero se ve que hacer trabajo de campo en algunos espacios es más complejo, te pone en más riesgo porque tienes un cuerpo de mujer. Te recomiendan mejor no ir allá, no hacer eso.


También en los campos académicos si he sentido no como muy directamente pero sí colegas o personas con las que uno está interactuando asignan unos roles determinados a las mujeres, entonces estamos en un ejercicio horizontal de producción de conocimiento pero las mujeres son las que siempre hacen el acta o son las mejores para hacer la convocatoria de los invitados a tal taller. Hay como ciertas ideas como también en la ciencia y como el lado artesanal de producir ciencia social que en muchos momentos nos asignan a las mujeres en unos roles de cuidado o en unos roles que no siempre son valorados que son roles de logística, del refrigerio y eso muchas veces no lo hablamos ni lo objetivamos porque eso tiene efectos en los modos en los que producimos conocimientos.


Esos roles que están marcados por el género no los podemos generalizar como hombre- mujeres eso siempre tiene unos escenarios en donde se ven distintas posturas y posibles posiciones no podríamos decir los hombres en la ciencia o las mujeres en la ciencia pero sí hay unos modos de asignar tareas, unas ideas de estos son buenos para tal cosa y estos para tal otra. Y eso se ve como en el mundo académico y en el mundo científico pero no podemos generalizar de qué modo. Yo creo que tambien es algo que nos debemos no solo entender los aportes de las mujeres en la ciencia sino entender cuáles han sido las peleas que las mujeres han tenido que dar al interior de espacios científicos o las luchas que han dado para ganarse esos espacios.


Podemos incentivar la participación de las mujeres en estos espacios científicos e investigación con un trabajo desde la infancia donde cada vez es más común y creo que tambien es por movimientos feministas y luchas de las mujeres es deslocalizar de que el juguete de las niñas son las cocinitas o los muñequitos para arrullar o darles leche, y entender que la creatividad la innovación, la pregunta no es algo de solo un género. Estimular eso como un oficio desde las casas, pero también desde los maestros en las aulas. Que los estudiantes en general se interesen por la investigación tanto mujeres. como hombres.


Si quieres saber más sobre el trabajo de Natalia Quiceno dirígete a la pestaña Investigaciones dando CLIC AQUÍ

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